La vitamina D es necesaria para el crecimiento y fortaleza de los huesos, y trabaja sinérgicamente con el calcio y el fósforo mejorando su absorción.
Es una vitamina soluble en grasa. Puede ser ingerida con los alimentos o fabricarse por el cuerpo como resultado de la incidencia de la luz solar sobre nuestra piel.
Las personas con poca exposición a la luz solar pueden necesitar suplementar su dieta con un aporte extra de vitamina D.
La vitamina K también interviene en el bienestar óseo.
Es imprescindible para permitir que el flujo de calcio del torrente sanguíneo llegue a los huesos y a la médula ósea.
Ha sido relacionada con los osteoblastos, las células que generan tejido óseo y es esencial para producir y activar la osteocalcina, proteína específica que favorece la fijación de calcio en los huesos.